jueves, junio 10, 2010

La Religión del Mundo.


Y gritamos, y cantamos, y nos regocijamos, y nos asombramos, y nos hace sentir poderosos, orgullosos, indestructibles, nos lleva a la cima del mundo y nos hace sentir parte ya de la historia. Pero también, con ella sufrimos, lloramos, nos decepcionamos, nos enfadamos, y nos lleva, lamentablemente la mayoría de las veces, a la oscuridad del abismo, con las ilusiones despedazadas y con la frustración y tristeza como única realidad.

Y sin embargo, seguimos presentes, y no faltamos a la cita. Es más, ni dudamos en seguir asistiendo a ella. Y renovamos esperanzas, fuerzas, ilusiones. Y no perdemos la fe. Eso nunca.

Y no perdemos detalle de la cita, de la ceremonia, del jolgorio que es a la vez una batalla, un enfrentamiento. Qué irónico. Un festival que nos reúne para pelear, para acabar con el oponente, para demostrar supremacía.

Y nos hacemos presentes en el mismo templo donde ocurren los hechos, o los seguimos desde donde nos encontremos, por televisión, por radio, por los medios digitales. Y si por algún motivo no podemos estar al pendiente de la situación, nos sentimos nerviosos, nos desesperamos, nos inquietamos con esa maldita incertidumbre de no saber lo que está pasando.

Y, si ganamos el duelo, construimos castillos en el aire, somos felices por un momento, afrontamos el futuro con confianza, con seguridad. Si lo perdemos, nos llenamos de miedo, de dudas, de más maldita incertidumbre. Pero seguimos sin perder la fe, la esperanza.


Y seguimos embrujados por esa religión y su implícita esfera, que nos sigue asombrando, que nos sigue maravillando. Y todo es parte de su magia. Una religión tan sencilla de entender, y tan compleja de explicar. Tan simple, y tan indescriptible.



Y seguimos rindiendo tributo a sus dioses, a aquellos que ya son inmortales, a aquellos que han escrito con sus pies la historia, y seguimos a sus actuales héroes, a aquellos que quieren también llegar a ser inmortales, que también quieren ser recordados por todos.






Y están también ellos, por supuesto. Los sacerdotes de la ceremonia. Los que no son de ninguna de las 2 partes involucradas en la batalla, pero que para nada son neutrales a la situación. Los odiados por ambas partes, por ambos frentes de batalla y por ambos contingentes de fieles. Son los personajes indeseables, los que no deberían de estar ahí. Pero, paradójicamente, son los que mandan en ese lugar. Son los que se encargan de llevar dentro de la legalidad dicha ceremonia. Aunque, sabemos todos, que en la mayoría de los casos no es así.



Y lo más importante. Está Él. La razón de ser de todo esto. El momento cumbre de la cita, el clímax de la pelea. La liberación total. El momento en que explotamos en la completa euforia. El golpe que va mermando al contrincante. El grito devastador, el grito del objetivo logrado. El grito de la supremacía explícita.

Y seguimos los millones y millones de seguidores en este camino, todos juntos y a la vez todos peleando en grupos para ganar superioridad sobre los demás. Y esta religión se practica en todos los rinconces del planeta. No importa la economía del lugar, sus condiciones geográficas o climatológicas. Siempre habrá ahí algún practicante, algún fiel o algún predicador de esta doctrina.

Es el Futbol... No hay otra religión como ésta.


Y, como en todas las religiones, ésta también tiene su gran fiesta. Su gran reunión que se celebra cada 4 años. 4 largos años. La misma celebración a la que todos quieren ir. La misma a la que van de todas partes del mundo y a la que se hace hasta lo imposible por terminar siendo parte del grupo que se queda hasta el final de la fiesta, y que se lleva la gloria, que se lleva el máximo truinfo y que se lleva la admiración y el recuerdo de todos nosotros, sus fieles seguidores.

Y esta fiesta... empieza hoy.


elálex


DATO ÚTIL: La grandeza del Futbol. La ONU se conforma de 192 naciones. En el COI participan 205 Comités nacionales...
En la FIFA están inscritos 208 países. Así de simple.

No hay comentarios:

Publicar un comentario